domingo, 21 de marzo de 2010

Para regresar al norte chico... Parte I


Si eres de los que busca un fin de semana distinto fuera de la ciudad, ésta es definitivamente una excelente opción. Tu paladar te lo agardecerá. Mi amigo Germán suele ir al norte chico a visitar a sus suegros y me invitó a ir el último fin de semana. Había escuchado tanto de paraísos gastronómicos al norte de Lima que ni bien recibí la invitación empecé la cuenta regresiva. Salimos entonces el sábado al mediodía y noventa minutos después entrábamos a la ciudad de Huaral. Llegamos justo a la mejor de todas las horas: la del almuerzo.

Nuestra primera parada fue en el Rancho de Robertín. Roberto Ramírez y su hijo Rodrigo son los cocineros que le han dado vida propia a un ícono de la gastronomía huaralina. El otrora restaurant "La Estación" es hace 10 años lo que hoy conocemos como la "casa del chancho al palo". Esta curiosa manera de deshuesar el cerdo, colocarlo en una jaula y sazonar con sal y cerveza, no ha hecho otra cosa que divesificar aún más la ya variada oferta culinaria del Norte chico. Aquí probé también un exquisito tacu tacu de pato al ají y una carapulcra muy original. Este restaurant campestre con exhibiciones de caballos de paso está en la calle Morales Bermúdez Nº217 Retes, Huaral. Pueden llamar al 246 0921 o al 996 791 843 para reservar.

La mañana del domingo amanecimos donde "Lupita", la mejor chicharronería de la zona. Les digo algo: siendo honestos, aquellos que creyeron que se debían ir a Lurín o a las primeras cuadras de la Av. Universitaria en San Miguel para comer un buen chicharrón, puede que se equivoquen. Hay un secreto envuelto en su particular preparación: el cerdo se cocina a la leña y se deja transpirar de modo tal que al probarlo contiene un jugo que no recuerdo haber probado antes. No hay dirección. El restaurant de Lupita está en Jesús del Valle, a la entrada de Huaral. Puedes intentar reservar al 246 3278 o al 985 212 029. ¡Suerte con la llamada!

La razón por la que nos levantamos temprano era porque nuestro objetivo era llegar a Barranca. Tomamos la Panamericana e hicimos un alto para visitar el bello malecón de Huacho. Vimos buenos restaurantes pero ya teníamos una misión: el tacu tacu de Tato. Podríamos habernos quedado en el Tato II que está ubicado en el Km. 196 de la carretera pero preferimos bajar por el malecón de Chorrillos y ubicar ese rincón culinario tradicional frente a la playa. Un viaje de más de dos horas valió cada bocado del tacu tacu mejor preparado que he probado: lleva dentro una tortilla de lenguado arrebozado y mariscos. El plato familiar fácilmente alcanza para 4 hambrientos. Lo recomiendo fuertemente. Pueden llamar al 235 2562.

Al llegar a Lima pesaba cinco kilogramos más, pero nunca tan contento. Debo regresar este año y encontrar la ruta del ají arnaucho y muchas peculiaridades más de esta zona que bendice el paladar de sus visitantes. Me comprometo desde ya a escribir la continuación de esta crónica.

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